Cambalache
                          
                               Que el mundo fue y será
  una porquería, ya lo sé.
  En el quinientos seis
  y en el dos mil, también.
  Que siempre ha habido chorros,
  maquiavelos y estafaos,
  contentos y amargaos,
  varones y dublés.
  
  Pero que el siglo veinte
  es un despliegue
  de maldá insolente,
  ya no hay quien lo niegue.
  Vivimos revolcaos en un merengue
  y en el mismo lodo
  todos manoseaos.
  
  Hoy resulta que es lo mismo
  ser derecho que traidor,
  ignorante, sabio, chorro,
  generoso o estafador...
  ¡Todo es igual!
  ¡Nada es mejor!
  Lo mismo un burro
  que un gran profesor.
  
  No hay aplazaos ni escalafón,
  los ignorantes nos han igualao.
  Si uno vive en la impostura
  y otro roba en su ambición,
  da lo mismo que sea cura,
  colchonero, Rey de Bastos,
  caradura o polizón.
  
  
  
  ¡Qué falta de respeto,
  qué atropello a la razón!
  Cualquiera es un señor,
  cualquiera es un ladrón...
  Mezclao con Stavisky
  va Don Bosco y La Mignon,
  Don Chicho y Napoleón,
  Carnera y San Martín...
  
  Igual que en la vidriera
  irrespetuosa
  de los cambalaches
  se ha mezclao la vida,
  y herida por un sable sin remache
  ves llorar La Biblia
  junto a un calefón.
  
  
  Siglo veinte, cambalache
  problemático y febril...
  El que no llora no mama
  y el que no afana es un gil.
  ¡Dale, nomás...!
  ¡Dale, que va...!
  ¡Que allá en el Horno
  nos vamo' a encontrar...!
  
  No pienses más; sentate a un lao,
  que a nadie importa si naciste honrao...
  Es lo mismo el que labura
  noche y día como un buey,
  que el que vive de los otros,
  que el que mata, que el que cura,
  o está fuera de la ley...